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La mejor formación

La mejor formación es la que se da uno mismo a través de la lectura, la reflexión y la experiencia. La segunda mejor formación es la que te dan los que se encuentran en la misma situación que tú, sometidos a unas circunstancias similares y a un similar destino. La tercera mejor formación es la que se recibe en los descansos de la formación reglada, la que pasa de unos alumnos a otros. La cuarta mejor formación es la reglada.

El número de trabajadores

He intentado doblar solo unas sábanas. Mientras lo hacía, he pensado que el número ideal de personas para doblar sábanas es dos, no uno, ni tres, ni cuatro. Hay un número ideal de personas para realizar un trabajo, que nunca es el “mientras más, mejor”.

Valoraciones

      Los políticos, los jefes, deben tomar las decisiones valorando los informes previos de los técnicos.                Los técnicos no deben hacer los informes valorando las futuras decisiones de los políticos o los jefes.

La soledad

               El que informa no debe pensar en el político o en el jefe ni tener más compañía que la suya.                 Si el que decide está a solas con su decisión y debe hacerse responsable de ella, el que informa debe estar a solas con su informe y hacerse responsable de él.                 Es preferible que el espejo no devuelva imagen alguna, como en aquel poema de Borges sobre su soledad de ciego, a que devuelva una imagen que no quisiéramos reconocer como propia.

El miedo (III): la hiperjuridicidad

              La segunda consecuencia del miedo es el perjuicio al servicio público.        Los técnicos, singularmente los de la Administración, tienden a endurecer los límites establecidos por las normas, a fin de no pillarse con ellas los dedos, en una medida que es directamente proporcional a su cautela: a más miedo, más endurecimiento de los límites.               Escudados en el rigor, van más allá de lo que el legislador previó.           

El miedo (II): la angustia

                  La primera consecuencia del miedo es personal.                 Cuando el técnico tiene miedo a las consecuencias de sus actos, acaba consumido por la angustia y, muy probablemente, de baja médica por ansiedad.                 El técnico debería saber que las normas que teme (incluso las disciplinarias) son sus aliadas, pues le generan seguridad, y debería sentirse tranquilo por el mero hecho de haber actuado de acuerdo con su leal saber y entender.

El miedo (I)

              En el curso preparatorio para trabajar en la Administración Pública, que realicé inmediatamente después de haber sacado las oposiciones, un profesor nos advirtió: “Recordad que siempre estaréis en libertad provisional”.                 Éramos muy jóvenes y muy inexpertos y aquella exhortación a la prudencia, que sonó en nuestras mentes como la más temible de las premoniciones, agarrotó a muchos.                 Fue un error de quien nos enseñaba.                 Nadie debe trabajar con miedo, y mucho menos cuando tiene una responsabilidad, como nadie puede jugar con miedo a fallar o puede vivir con miedo a la muerte.

La responsabilidad

Cada acto tiene sus consecuencias. Las consecuencias pueden ser positivas y negativas. La responsabilidad implica llevar con la misma modestia y la misma dignidad las consecuencias positivas que las negativas.

La adaptación (II)

           El proceso de adaptación requiere aprender lo que no se sabe y olvidar lo que se sabe de más o, al menos, no dejarse intimidar por lo que se sabe y estorba.              El técnico recién llegado a la Administración tiende a aplicar las reglas con una rigurosidad literal, como las ha aprendido, demasiado teóricamente, lo que puede provocar en el departamento al que llega los mismos efectos perversos que un técnico experimentado cuando se halla en huelga de celo.             Ser rígido siempre es tan dañino como ser siempre flexible. El aprendizaje del proceso de adaptación debe servir para determinar dónde se debe ceder y dónde no, a fin de ser rígido en lo rígido y flexible en lo flexible.

La adaptación (I)

Como en la naturaleza la primera obligación es sobrevivir, cuando una criatura llega a un ecosistema extraño, se adapta al medio. En ese proceso de adaptación, la criatura evolucionará tomando aquello que le es necesario y desprendiéndose de lo que le estorba. Potenciará sus extremidades superiores e irá perdiendo fuerza en las inferiores, por ejemplo.          Los seres humanos han transformado los territorios en los que habitan, pero antes debieron adaptarse a ellos. Como la primera obligación es sobrevivir, cuando un técnico llega a una Administración tiene que hacer l o mismo que cuando una criatura llega a un ecosistema extraño: evolucionar, adaptarse al medio. La Administración es un ecosistema formado por normas que no se pueden cambiar por el técnico recién llegado y por personal que ni puede ser despedido ni puede ser sancionado sin un proceso muy arduo. Si al técnico recién llegado no le gusta cómo funciona su departamento y quiere cambiarlo, antes deberá adap

El perfeccionismo

         El perfeccionismo es el peor enemigo interno para la felicidad, pues ni siquiera cuando estamos bien nos hallamos contentos. Lo es para cualquier tipo de trabajo y lo es, especialmente, para la gestión administrativa, en la que debe premiar la eficiencia sobre la excelencia.          Para la eficiencia, la primera idea es abandonar el extremoso afán por la perfección. Ya lo decía Voltaire: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.          Dicho de otra forma, dado que no es posible hacerlo todo del 10, lo suyo es hacerlo todo del 9. Y si no, del 8. Y si no, del 7. Y así sucesivamente. Hacer mucho bien y poco mal es siempre más recomendable que hacer poco perfecto y mucho mal o no hacerlo.